SHOOTERS Y THRASH
Solía jugar con mi grupo de colegas al Call Of Duty cuando estábamos en cuarto de la ESO. A mí el género shooter nunca me pareció especialmente interesante hasta que lo probé. A día de hoy, solo me queda el recuerdo, porque mis preferencias han cambiado bastante… Recuerdo que el modo zombi consistía en sobrevivir ante una jauría de caníbales. El online era estratégico. El modo historia, me resultaba indiferente. Pero, si hay algo común a aquel año de COD, fue el thrash. Nada mejor que ponerte a machacar bichos con un poco de Megadeth de fondo.
Las bandas de thrash, a veces tienen una estética similar a la de estos juegos. Un aire postapocalíptico a lo Mad Max, con esos pelos sin limpiar, esas voces crudas que por poco no llegan a reventar el micrófono y esas letras que nos hablan de experiencias alienígenas, secretos gubernamentales, amenazas de armas nucleares, y esas sombras oscuras de cuando vas caminando por la noche.
En esa época fue cuando comencé a leer a Lovecraft y a Poe, y claro, todo fue un caldo de cultivo perfecto para género más “literario” de todos junto con el Heavy Metal. Un ejemplo son las múltiples referencias al universo lovecraftiano del grupo Metallica, que bebe de las emociones que evoca dicho autor para componer. Por ejemplo, en The Call Of Ktulu, vemos que el propio nombre de la canción no deja lugar a dudas.
Era una época de acné, emergentes pelos en el terreno facial y descubrimiento propio. Y por Zeus que disfrutaba como un cerdo en el barro de esas guitarras que parecían pedir a los dioses que acabaran con nosotros de una vez.
UN ÁLBUM QUE HACE HISTORIA
Megadeth es el grupo que más me evoca ese espíritu. Desde hace algún tiempo, he vuelto a darme un par de vueltas por la música del móvil para descubrir que la banda de Dave Mustaine sigue tan radioactiva como siempre.
En “Rust In Peace”, su álbum de 1990, encontramos el que es sin duda el mayor exponente del thrash, o al menos, de lo que ese género significó para mí. Tan solo el juego de palabras del título y la carátula, con esa estética ochentera, invitan a sacar una tenue sonrisa.
Desde Holy Wars vemos una estructura musical típica pero eficaz que se irá repitiendo con variaciones: introducción, estribillo, solo o solos, y un final eléctrico. En esta primera canción Mustaine afirma no entender a qué se deben las guerras y las matanzas religiosas. Ahora que lo pienso, es irónico que esta fuera la banda sonora de mis carnicerías virtuales.
La segunda es la mejor canción del álbum. Hangar 18, un pepazo que juega con las teorías conspiranoicas de avistamientos y experimentos con alienígenas en Norteamérica. Con nada menos que doce solos de guitarra, consigue imprimir una sensación atronadora y adrenalínica, con ese toque de misterio tan característico. A destacar, la versión tocada en San Diego: Blood In The Water (2008, uno de sus conciertos más recordados y multitudinarios. Chris Broderick no falla una sola nota). Luces verdes, verdes sombras. Maldición, la sensación es similar a la que debe de sentir alguien cuando le meten un chute de adrenalina en vena. Hangar 18 en directo
La fiesta continúa con Take No Prisioners y Five Magics, en la que de nuevo, los coros desgarradores y los ritmos de acelerón edulcoran la visita al manicomio del Speed y Thrash Metal.
Tornado Of Souls nos muestra el solo de guitarra más desbordante de todo el álbum. Un torbellino de sentimientos, un maremoto de notas viscerales, o mejor incluso, un tornado de almas, como el propio nombre de la canción dice. De nuevo, me veo en la obligación de ofrecer la actuación de Chris Broderick en San Diego. La composición es tan veloz que parece que sus dedos se multiplican en la parte más rápida, como ametralladoras de notas. Esa noche sí que fue mágica. Tornado Of Souls en directo
Dawn Patrol nos relaja y prepara el cuerpo para, a continuación, rematar la jugada con la canción que da nombre al disco. De nuevo, jugando con ritmos heavys y una rítmica atronadora, RIP…The Punishment Due continúa con la línea marcada por las canciones anteriores. Un desfase total.
Megadeth sigue en activo, aunque ya sin Chris Broderick, y dejando atrás los buenos tiempos. Álbumes como Super Collider, son, siendo generosos, una patada en la nuca. La esperanza de Megadeth es seguir la línea de Dystopia (2015), que parece haber levantado algo el nivel, aunque los años comienzan a pesar, incluso para las leyendas.
Con todo, hay obras maestras de la música, capaces de marcar lo suficiente como para convertirse en trabajos atemporales, colocándose en una dimensión paralela, donde los seres cósmicos brindan con sus vasos, y las guitarras gritan, rasgando sus ataduras. Rust In Peace es un álbum capaz de hacer vibrar, mover la cabeza cual funko pops en un terremoto, e incluso traspasar la barrera temporal para seguir siendo recordado como una de las obras maestras de la música de los noventa hasta hoy. Hay que añadir que con discos así, uno podría ir más motivado a batallar en caso de apocalipsis zombi. Son todo ventajas.
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