VIOLENCIA DE GÉNERO – UNA LACRA A ERRADICAR
Día 14 de octubre. Me levanto de la siesta a eso de las 17:00, y, cosas de esta generación, lo primero que hago es abrir las redes sociales: Twitter y Facebook. «Una mujer ha sido asesinada en Rubí a manos de su pareja» No fui capaz de seguir leyendo más. Las lágrimas empezaron a salir de mis ojos, y una pregunta me vino a la cabeza… ¿Hasta cuando vamos a tener que seguir lamentando víctimas de la violencia de género?
Ya van 41 mujeres asesinadas en lo que va de 2017. Y nunca acabas de acostumbrarte a esta lacra. Cada noticia, cada mujer asesinada, cada víctima de este terrorismo machista encubierto por la sociedad, te afecta. Y quien lo niegue, o es una persona machista, o te está mintiendo.
Porque duele. Duele ver cómo mujeres son asesinadas por el simple hecho de ser mujer. Duele ver cómo asesinan a niños para vengarse de su mujer. Pero, ¿sabéis lo que más duele? El silencio cómplice de esta sociedad. Una sociedad hipócrita y permisiva, que te exige que denuncies, pero luego te acusa de hacer denuncias falsas para fastidiar a tu ex pareja y obtener un beneficio de ello, aunque la realidad les de la espalda.
Desde 2003, que se empezó a hacer el recuento de víctimas de violencia machista, ya son 913 mujeres las asesinadas a manos de esta banda terrorista llamada machismo. Mujeres jóvenes, mayores, madres, hijas, abuelas… Mujeres que, como cualquier hombre, tenían derecho a todo, pero alguien decidió que no fuera así.
La violencia de género no se ceba sólo con las asesinadas, también con las víctimas más vulnerables: sus hijos. Desde 2010, han fallecido 28 menores, víctimas de la violencia de género. De esos 28 niños, 7 corresponden al 2017. 3 eran menores de 3 años, y 4 tenían una edad comprendida entre 5 y 12 años. Los datos hablan por sí solos. ¿Todavía tenéis narices de decir que el machismo no es una lacra social? Minutos de silencio, manifestaciones, campañas, programas… ¿y de qué sirve todo? De nada.
Hombres, seguís yendo por este mundo como si fuera vuestro y tratándonos como si fuéramos vuestras sirvientas. Nos seguís matando, violando y menospreciando. «No todos somos iguales». Claro que no todos sois iguales. Pero si cada vez que violan, maltratan, insultan o asesinan a una mujer, os calláis, sois cómplices de esta lacra, y con ello, también culpables. Cada vez que oigáis un caso de machismo, decid que eso no es así. Os necesitamos a todos, por favor, ayudadnos. Solas no podemos con esto.

No podemos seguir caminando por la calle con miedo, como si tu condición de mujer estuviera vinculada con la posibilidad de ser violada en cualquier momento. Desde niñas, nos educan para no ser agredidas: nos enseñan qué no debemos vestir (y a lo que nos enfrentamos si lo vestimos) cómo nos debemos sentar para ocupar el menor sitio posible, y un infinito de cosas que se reduce a una máxima: ocupar el menor sitio posible y pasar desapercibida. Aún así, sigue existiendo violencia de género. Algo estamos haciendo mal. Quizás, la solución sea educarles a ellos desde niños y enseñarles que no es no, que una chica se merece respeto siempre, lleve la ropa que lleve, y que no tienen derecho a gritar; incomodar o silbar por la calle a ninguna mujer, porque eso no es un piropo y ella se va a sentir muy incómoda.
Cuando comentas esto por la calle, suceden dos cosas. La primera, que te llamen feminazi, porque eso se ha hecho siempre, lo cual es aún más preocupante, porque normalizas el acoso, la violencia, el asesinato, o el machismo. Lo segundo que te puede pasar, que te pregunten si denunció: si no lo hizo, la culpa es suya por no haberlo hecho, si lo hizo, también; porque seguramente sea falsa y pretenda fastidiar al hombre. Al final, todo se reduce a culpabilizar a la víctima por serlo y no al agresor, demostrando que el machismo sigue siendo hegemónico en esta sociedad española del siglo XXI.
Odio ser derrotista y pesimista, pero con el problema del machismo y la violencia de género, la solución, aunque sencilla, está muy lejos. Necesitamos a una sociedad unida y fuertemente comprometida, que no calle ante las agresiones o la violencia. Necesitamos a unas mujeres fuertes, conscientes de su valor y de que se merecen todo el respeto del mundo. Necesitamos a unos hombres unidos, con ganas de luchar y ganas de apoyarnos, y que no duden en condenar cualquier suceso. Pero eso está aún muy lejos. Necesitamos también que la cultura nos apoye, y que retire la música machista, aunque no creamos que lo es
No quiero tener que llorar una víctima más. No quiero tener que ir a un minuto de silencio más. No quiero tener que explicarle a mi hermana de 7 años que nos matan por el simple hecho de ser mujeres. No quiero volver a ir por la calle de noche, y que, por miedo a que me pase algo, tener que llamar a alguien para ir hablando con ella. No quiero tener que volver a consolar y ayudar a una chica porque su novio le pega, acosa y controla. No quiero volver a estar con un brazalete violeta en fiestas, porque sé que alguna chica va a necesitar mi ayuda. No quiero volver a acompañar a amigas por miedo al acoso callejero, y no quiero volver a sentirme mal porque un hombre me ha silbado por la calle
¿Sabéis por qué no quiero que sucedan todas estas cosas? Porque no quiero que haya machismo. Quiero que nos respetéis a las mujeres. Quiero que entendáis que queremos ser libres, que queremos vivir y disfrutar igual que un hombre. Quiero que nos escuchéis, que no menospreciéis nuestros argumentos u opiniones, y que no nos pongáis barreras a la hora de ascender en cualquier ámbito de nuestra vida. Quiero que nos apoyéis en nuestra propia liberación, que entendáis que el no es no, y que si no queremos nada, no es porque os odiemos, simplemente, no nos apetece. Quiero que os deis cuenta que una mujer, sin marido y sin hijos, es igualmente mujer, y que cada una de nosotras tenemos el derecho de decidir qué hacer con nuestra vida. Quiero que dejéis atrás la idea de que ser feminista es ser anti-hombres, y empecéis a pensar que ser feministas es ser pro-nosotras.
El futuro sin nosotras no es futuro. Basta ya de violencia de género. Nos queremos vivas, libres e iguales.
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