UNA HISTORIA DE MIEDO
Me gustaría que, por un momento, antes de leer Una historia de miedo, desconectarais de todo lo demás que está a vuestro alrededor, no prestarais atención a nada más, apagarais cualquier luz o dispositivo cercano, os prepararais para liberar vuestra imaginación, y la dejarais volar, mientras leéis el siguiente cuento en verso, de una escena nevada, una solitaria cabaña en un claro forestal, mientras termina el día, y un clérigo llega a su encuentro…
Una historia de miedo
Negrura, aullidos en la oscura noche,
silbidos de nieve, roída cabaña,
madera de moho, solitario, camina,
despacio y sin color, relicario lívido
al cuello, sueño en la luna llena extraña
de rojizo tono, llama, a la argolla
de la puerta, que llora, se abre oxidada,
crujiendo el ambiente inerte del silencio…
Caído frío, cálido encuentro con las sombras,
serpientes de hielo que adornan las ventanas,
hoguera que reporta estupor a deshoras
de un sueño intranquilo, duermen las entrañas
de un bosque denso inexplorado que borra
huellas de inexpertos viajeros, la nada,
bestias que engullen con sigilo memorias,
sangre en la tormenta, roja nieve blanca…
Tic tac, marca el suave compás, un inhóspito
adormecer transcurre, tan silencioso,
tan callado, un lúgubre anochecer,
tic tac, correoso expirar entrecortado,
pasos despiertan en repentino espasmo
a aquel extraño, sordos huecos en nieve,
tic tac, rasga el cuco del reloj el aire
a las doce, nota una presencia en el pórtico,
una maligna esencia, forma de vapor,
humea por las rendijas desvencijadas
de esta ratonera abandonada, sin nadie,
como naipes del averno, elementos
conjugados en era supersticiosa,
tic tac, espesa niebla que ahoga, cual cuchilla
de afeitar, que soborna Biblias que se dejan
mancillar, tiene que rezar lo que sepa, y leer
un exorcismo disfrazado que contrae
los gritos retorciendo huesos en el suelo,
comprimidos y contorsionados, trae
la neblina lamentos del más allá
que inhala con humo, efluvios del diablo,
tic tac, grumos que estiran cara y boca
hasta quemar la piel, una angustia atada
a un maleficio, sin poderse mover,
el extraño solitario entrado en años,
paralizado, provoca al destino
mirando a la puerta, mas no, no se abrirá…
Sueño vuelto pesadilla, yertas flores
de un jarrón, llaman a la casa, secos
llantos que hacen eco en el vacío, ralo
deseo, despertar, esto no puede ser
verdad, azufre quemado va azotando,
golpeando, la entrada, esperanza vana
de que todo esto sea una broma pesada,
sufre, la sangre coagulada y escabrosa,
litiga tenebrosa una lengua de trapo
por exclamar un socorro mudo y claro,
puro ronquido que llama por su nombre
a nuestro amigo, un largo laberinto
hace un llano camino sin escapatoria,
llagas de garfio taladran la madera
de esta amarga espera, que aclara enemigos,
peligran los nervios, se entreabre una luz
que ciega la madrugada con proverbios
de sabiduría eterna que la embarga
con crueles moratorias, azul, pasos
en la oscuridad ahumada, el horror
consumado, un pobre que vislumbra
en la penumbra fantasmas del pasado…
Llega temprano la mañana, aclara
el alba misterios desconocidos,
en la blanquecina espesura persiste
una cabaña, sigue en pie ante vecinas
miradas, un interior inmaculado,
en la mesa el libro sagrado y todo
como si nada, sacrilegio escondido,
los ojos de las colinas olvidan,
las manos de la montaña no sienten
el tacto de sus moradores, estancia
vacía, sin nada, con el rocío
de escarcha mojada, se jacta de encanto,
una sala cubierta de rojo espanto…
Espero que os haya gustado este poema, Una historia de miedo, esta historia contada en verso, más propia de una época en que la literatura y la expresión eran todo lo que necesitaba la imaginación para transportarnos a las fantasías más tétricas que pudiéramos soñar, de auténticos maestros como Bécquer o Poe, de otras épocas con menos sobreestimulación, más sencillas para dejarnos atrapar por una historia, aunque no tuviera imágenes ni efectos especiales, y en las que nuestros únicos límites eran los que nosotros quisiéramos imaginar y crear.
Porque el origen de cualquier sentimiento de miedo está muy cerca de nosotros: en nuestras cabezas, que absorben lo más extraño de lo que nos rodea. Nosotros mismos somos la fuente de nuestro horror. Al fin y al cabo, solo nosotros podemos combatir nuestros males, nuestros terrores, y redimirnos…
Otros ejemplos de literatura que podéis encontrar en Creative Katarsis son el de los poemas Rendidos, de Lázaro Santana, y Harto de tragar, de José Antonio Martín Acosta. ¡Nos leemos!