READY PLAYER ONE – INSERT COINT TO CONTINUE
Año 2045. Wade Watts es un adolescente al que le gusta evadirse del cada vez más sombrío mundo real a través de una popular utopía virtual a escala global llamada «Oasis». Un día, su excéntrico y multimillonario creador muere, pero antes ofrece su fortuna y el destino de su empresa al ganador de una elaborada búsqueda del tesoro a través de los rincones más inhóspitos de su creación. Será el punto de partida para que Wade se enfrente a jugadores, poderosos enemigos corporativos y otros competidores despiadados, dispuestos a hacer lo que sea, tanto dentro de «Oasis» como del mundo real, para hacerse con el premio. Y ahora pasemos a la crítica SIN SPOILERS de Ready Player One.
EL MEJOR FILM SOBRE VIDEOJUEGOS DE LA HISTORIA
Steven Spielberg regresa por todo lo alto al cine de ciencia ficción con una historia distópica y futurista. La película está basada en la novela homónima de Ernest Cline, quien también ha firmado el guión junto a Zak Penn. Últimamente estamos siendo testigos de continuos homenajes al cine de los 80 en el mundo audiovisual. El fenómeno televisivo Stranger Things o la exitosa IT son dos ejemplos recientes de la buena acogida que están teniendo estos productos, cuyo objetivo principal se centra en reavivar la llama de la nostalgia. Warner Bros supo ver este filón hace unos años, cuando adquirió los derechos cinematográficos del citado libro. Y lo cierto es que no pudieron elegir un mejor director para encargarse de este interesante proyecto: el mismísimo rey Midas de Hollywood.
La trama de la película es, en esencia, bastante convencional. El filme plantea un futuro tétrico y caótico, en la que un videojuego de realidad virtual llamado Oasis es el pasatiempo preferido de una población deshumanizada. De modo que se expone en la pantalla dos mundos completamente diferentes entre sí, pero a su vez complementarios. Por lo que cuando se exhibe el mundo real puede recordar a «recientes» distopías juveniles (solo que en Ready Player One el tono no es tan oscuro ni el guión no es tan dramático) mientras que cuando se muestra Oasis, puede recordar, hasta cierto punto, a títulos como Matrix o Tron Legacy.
El caso es que existe un huevo de Pascua (el McGuffin de esta historia) confinado en el interior de Oasis y para dar con él hay que encontrar tres llaves. La persona que encuentre este easter-egg heredará una fortuna y tendrá el control absoluto de Oasis. A partir de este punto, el largometraje se convierte en una trepidante búsqueda del tesoro en la que la acción y el romance van de la mano (dosificados en su justa medida) y amenizados con un arsenal abrumador de referencias cinematográficas y videojueguiles, en los que la magia spielbergiana y el espíritu aventurero de Los Gonnies están presentes a lo largo del metraje.
Si bien el argumento es aparentemente sencillo, el largometraje avanza a toda velocidad sin dar un suspiro al espectador, haciendo que sus 140 minutos de duración se pasen volando, gracias a un pulso narrativo espléndido. Pero es que además se guarda un as en la manga: una crítica social que pone de relieve los oscuros intereses económicos de las grandes corporaciones, y una moraleja absolutamente necesaria en la era actual que da qué pensar. Esta armónica combinación de factores hacen de Ready Player One una experiencia emocional y sentimental que respira nostalgia por los cuatro costados, y que sabe tocar la fibra sensible a todo friki que se precie.
PERSONAJES CARISMÁTICOS PERO ESQUEMÁTICOS
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Grosso modo, Ready Player One presenta una galería de personajes bastante planos y estereotipados. Es decir, los buenos son muy buenos y los malos son muy malos. No obstante, el protagonista (Wade Owen Watts/Parzival interpretado con bastante soltura por Tye Sheridan) está bien presentado y resulta sencillo empatizar con él, mientras que el resto de personajes entran en escena más por sus acciones que por los diálogos.
Aunque el filme se toma su tiempo para presentarlos, sus ambiciones son bastante predecibles puesto que están carentes de profundidad. Por no decir que el villano de la función (Nolan Sorrento al que da vida Ben Mendelsohn) no termina de cuajar del todo, quedando como resultado final un malo de opereta.
Sin embargo, las interacciones tanto amistosas como las antagónicas entre los personajes funcionan a la perfección, aportando carisma a esta inmensa orgía de nostalgia ochentera. El romance no es nada pasteloso y resulta bastante ameno debido a su equilibrada cuota de pantalla. Cabe añadir que este reparto juvenil aporta también cierto «realismo» a las escenas en las que se les ve jugando a Oasis en el mundo real, aparte de que el conjunto de sus relaciones suponen una fantástica apología de la amistad.
UN ESPECTÁCULO VISUAL APABULLANTE
¿Eres capaz de encontrar todos los easter-eggs en este juego de Ready Player One?
En el apartado técnico se nota (y mucho) la pericia de Spielberg a la hora de conjugar las dos realidades que aparecen durante el metraje. Por un lado tenemos al mundo real, envuelto en una atmósfera pardusca y decadente propia de los suburbios en los que vive el protagonista. Y otro lado, tenemos Oasis, un policromático universo virtual en el que cualquier cosa es posible.
Para la elaboración de los avatares se ha usado la captura de movimiento (dotándolas así de un mayor realismo) siendo combinada con el CGI. Por otro lado, los efectos visuales recrean hasta el más mínimo detalle los diferentes escenarios y todas las referencias de la ciencia ficción como el DeLorean o El gigante de hierro, entre centenares de guiños a la cultura pop, al fusionar elementos digitales con los analógicos, identificándose así con diferentes generaciones al mismo tiempo.
Las secuencias de acción son dinámicas, veloces y verdaderamente épicas. La única «pega» en este aspecto, radica en que al aparecer tantos personajes y referencias en planos tan fugaces, no le da tiempo al espectador a quedarse con todos los detalles la primera vez que ve la cinta. No obstante, no hay «mal» que por bien no venga, ya que este hecho puede suponer la excusa perfecta para volverla a ver hasta la saciedad cuando la película esté disponible para el mercado doméstico, y poder disfrutarla con mayor fruición.
UN ARREBATO NOSTÁGICO TAMBIÉN EN LO MUSICAL
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El soundtrack de Ready Player One es obra del compositor neoyorkino Alan Silvestri, autor de la mítica banda sonora de Regreso al Futuro; además de ser el responsable de la música que sonará en la esperadísima Vengadores: Infinity War. Las composiciones para la película que nos ocupa son tan variadas como las distintas emociones que evoca el largometraje. De modo que cada una de las piezas casan a la perfección con lo que se ve en la pantalla, ya sea una secuencia de acción trepidante como un momento emotivo.
La música es uno de los pilares fundamentales para transportarte a este universo virtual de la cultura pop. Y es que antes mucho antes de saber que se realizaría la adaptación de su novela, el propio Cline se encargó de crear una antología repleta de himnos ochenteros para acompañar la lectura de su libro, el cual ya menciona curiosamente un nostálgico legado de canciones que forman la perfecta comitiva a las hazañas de Wade Watts/Parzival.
Spielberg ha hecho lo propio para el score de Ready Player One, incluyendo piezas tan emblemáticas en el score que van desde el “I Wanna Be Your Lover” de Prince hasta el «Jump» de Van Halen, pasando por el “I Hate Myself For Loving You” de Joan Jett And The Blackheart o el “We’re Not Gonna Take It” de Twisted Sister; entre otros.
TRÁILER DE READY PLAYER ONE
A FAVOR:
- Su magia spielbergiana fusionadas con las ideas y experiencia que transmite.
- Su apartado técnico cargado de versatilidad y perfectamente dosificado entre ambos mundos.
- Sus numerosas referencias a la cultura popular.
- Su banda sonora que encaja como un guante en cada escena de la película.
- Su moraleja aplicable a la actualidad.
EN CONTRA:
- Unos personajes demasiado estándar.
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