Volvamos todos al medievo, ¡viva la religión!
Cuando era una adolescente, allá a finales de los ochenta, creía ver un claro hilo de la historia que nos llevaba hacia la racionalidad y el abandono paulatino de la religión, con la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Ciencia como pilares básicos de las sociedades futuras. Desde luego, no podría ganarme la vida como vidente.
Tres décadas después, la realidad se impone y no podía ser más contraria a mis inocentes suposiciones. Por diversos motivos sociales y geopolíticos cuyo análisis no corresponde a este artículo, las versiones más extremistas de las distintas religiones están viviendo una nueva edad dorada, y eso, que es una mala noticia en general, es malísimo para las mujeres.
Si entonces me llegan a decir que en el siglo XXI iba a seguir viendo miles de ablaciones, feminicidios por honor, países donde los estados discuten si las mujeres somos seres humanos, legalizaciones de la pederastia… O en mi propio país intentos de ilegalizar el aborto, justificaciones del maltrato, políticos que desprecian públicamente a las mujeres y al feminismo … me habría reído muy fuerte. Como la tremenda ilusa que era, ese revival de la Edad Media me habría parecido un buen argumento para una película distópica, y poco más.
¿Que te parece una aberración que casen a niñas de 12 años, nos pongan burkas o nos peguen con regularidad? Alá es grande.
¿Que la Iglesia Católica sigue prohibiendo el preservativo y contemplando a las mujeres como esclavas de su marido y familia? Es la voluntad de Dios.
¿Que no entiendes que en el S XXI en España haya mujeres que han de casarse vírgenes porque el honor de su familia está en su coño y el día de su boda alguien les meta el dedo para comprobarlo? Son nuestras costumbres y nuestra cultura.
¿Que tienes que escuchar de políticos elegidos democráticamente en un país aconfesional que el cuerpo de la mujer se ha convertido en una cámara de exterminio? Es mi religión.
Chicas, definitivamente en algo nos estamos equivocando. Hay que aprender del enemigo, porque sí, no nos llamemos a engaño, las religiones y tradiciones son enemigas de las mujeres, y que no seamos capaces de verlo así es otro de sus triunfos.
¡Tenemos que crear una religión! ¡Sí, con una o varias diosas, libro sagrado, profetisas y toda la parafernalia! Hay infinidad de diosas en la historia de la humanidad que pueden darnos profundidad histórica, luego ya manipularemos su mensaje original como nos venga en gana, que es lo que hacen todas las religiones.
A nada que nos esforcemos, además, podremos optar a todo tipo de exenciones fiscales y subvenciones. ¡Encima podemos hacernos ricas!
Es que todo son ventajas. Imaginad este escenario:
Tertulia sociopolítica en un programa de televisión (AR, Espejo Público, Al Rojo Vivo, La Sexta Noche, ¡El Cascabel!). Un tertuliano (generalmente hombre pero, por desgracia, también puede ser mujer) diciendo: “Las feministas odiáis a los hombres y sois unas asesinas de niños no nacidos, ¡genocidio!”.
Y una de las nuestras contestando tranquilamente: “Sí, es nuestra religión, la Voluntad escrita de nuestra Diosa”. ¡ZAS!, en toda la boca.
Y se acabó la discusión, ¡es magia!. No me digáis que no es mucho más sencillo. En la era de los mayores avances científicos, donde en Europa nadie va a un sacerdote para curarse un cáncer, puedes dar por zanjada cualquier discusión racional alegando creencias religiosas. ¿Por qué vamos a perder interminables horas de nuestro tiempo razonando y agotándonos intelectualmente cuando al de enfrente le dan igual pruebas y razones y solo atiende a escritos antiguos y figuras de madera?

Ahora se acercan unas fechas en las que millones de personas celebran el nacimiento de un niño (por supuesto, ¿qué esperábais, que fuera una niña?) resultado de una relación extramarital entre una mujer virgen y un palomo (suponemos que no muy cojo). Si llevan siglos tragándose eso, tragarán cualquier cosa.
Y podremos procesionar con el Coño Insumiso sin que las asociaciones de abogados católicos y opusianos puedan demandarnos, ¿os imagináis?
Si aunque las tradiciones y religiones nos humillen, nos maltraten y nos asesinen, hay quienes las defienden porque sí, ¡hagamos nosotras lo mismo!.Si vamos a volver al Medievo y a dejar a un lado la racionalidad, volvamos todos.
Gracias por tu comentario. Respecto a la puntualización, no es lo que tengo entendido en las bodas gitanas en este país. Seguro que no en todas, pero sí en demasiadas
Perdona, te llame Zuñine en vez de Zuriñe, y eso que soy seguidor tuyo en Twitter.
Zuñine, bien tu artículo. Las religiones son unos de los poderes más influyentes en nuestra sociedad, desgraciadamente se lo permitimos y cada día tienen más poder. Que yo sepa, en este país no se le mete el dedo en el coño a ninguna mujer para comprobar su virginidad, creo que a casi nadie le interesa ese tema ya. En lo demás de acuerdo contigo. Saludos.