Un relato de terror

Un viejo sacerdote viaja hasta una prisión para dar la extremaunción a un joven condenado a muerte. Descubre que le confesó en la primera parte de «La fiesta del cementerio», un relato de terror.

La fiesta del cementerio

No sé como empezar a explicar esta historia. Creo que la mejor forma sería presentándome primero a ti, lector, seas quien seas. Mi nombre es Julius Stevenson, y soy un sacerdote católico desde que dejé el seminario, hace de eso muchos años ya.

Esta es la causa principal de mi decisión por escribir esta historia. Teniendo como tengo una avanzada edad, sé que pronto me reuniré con mi creador, y es mi deseo expresar la verdad de los hechos ocurridos en aquella noche de 1927, en el cementerio de Smallvile.

A la gente le es difícil entender que los sacerdotes tengan crisis de fe, pero es casi imposible saber hasta qué punto mi fe fue puesta a prueba y llevada al límite debido a esta historia. Sucedió cuando, dentro de mis funciones habituales, fui a dar la extremaunción a un reo medio loco que había sido condenado a muerte.

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Padre”, me dijo. “Sé que voy a morir encerrado en esta prisión, nada puede hacerse, y no es mi intención el escapar de ese destino al hacerle esta confesión. Quiero quedar en paz con dios antes de mi muerte, así que escuche el relato de lo que verdaderamente pasó en el cementerio aquella noche”.

Todo comenzó con un reto que se le ocurrió a John. Nos comeríamos unas setas de las que inducen fantasías a la mente y nos meteríamos por la noche en el cementerio. A pesar del miedo que nos daba a los demás la idea ninguno quiso echarse atrás y después de cenar lo hicimos. Nos comimos esas diabólicas setas, nos colamos en el cementerio y cada uno se fue por su lado. Así, separados, esperamos a que nuestra mente comenzase a fantasear producto de aquellos malditos hongos”.

Éramos cuatro: John, Mark, Kevin y yo. Como le he dicho cada uno escogimos un camino diferente, en mi caso preferí dirigirme hacia el mausoleo de los Smithson y decidí sentarme entre dos altos cipreses. A los pocos minutos sentí un leve dolor de cabeza y pensé que las setas estaban ya produciendo sus efectos. Miré a mi alrededor, la noche se sentía oscura, las paredes del cementerio parecía desde dentro menos infranqueables, pero los nichos se alzaban como torres de Babel, inacabables. Mis sentidos estaban turbados, un sudor frío recubría mi piel y funestos pensamientos comenzaban a cruzar mi mente. De repente vi una sombra aproximarse a la cripta de los Smithson, haciendo que me diera un vuelco el corazón y aumentando mi nerviosismo hasta el extremo”.

 “Una silueta, que avanzaba encorvada y lentamente, se detuvo enfrente de la puerta del mausoleo. Con parsimonia fue abriéndola y finalmente penetró en la cripta. Intenté calmarme pensando que sería alguno de mis compañeros, pero aun así, me reprimí y no osé a llamarle”.

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Al poco rato, la figura que seguía sin poder distinguir, emergió del panteón, pero esta vez no caminaba lentamente sino que se movía de forma cadenciosa, rítmica, como si estuviera ejecutando alguna clase de baile. No solo eso, sino que no se encontraba sola. Detrás de ella surgieron dos figuras más, siguiendo los mismos pasos de esa extraña danza y dirigiéndose hacia el centro del cementerio.”

Mi estado mental era un caos. Mi corazón estaba desbocado hasta el punto de sentir que en cualquier momento se me escaparía por la boca. Maldecía a la oscuridad por no dejarme ver los rostros de las siluetas para confirmar que eran mis amigos y así desechar todos los miedos que asaltaban mis pensamientos. Pero los temores se negaban a desvanecerse, así que casi de forma automática, recogí una pala que estaba apoyada en uno de los cipreses tras de los cuales seguía oculto a la vista”.

El trío de danzantes aún eran visibles y se dirigían hacia el centro del cementerio, continuando su errático baile. No sé que se me cruzaría por la mente en aquel momento pero decidí seguir a las figuras entre las sombras, con la espalda pegada a los nichos, tratando pasar desapercibido y con la pala en las manos”.

Continuará.

No te pierdas la segunda parte y desenlace de «La fiesta del cementerio», un relato de terror.

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