ELECCIONES 28A
El próximo 28 de abril se celebrarán las elecciones generales y algunas autonómicas. Para estos comicios se espera una alta participación; no obstante, en las últimas elecciones autonómicas -las andaluzas- menos del 59% acudió a las urnas.
Muchos españoles no acuden a votar porque no se encuentran representados por ninguna fuerza política, por descontento con la clase política o, en algunos casos, simplemente por pereza. Sin embargo, tras los resultados electorales no tardan en manifestar su descontento la mayoría de los que no visitaron las urnas.

En España que alcanzáramos unas elecciones plurales y libres fue muy difícil. Tras la larga dictadura del general Francisco Franco y el período rápido y convulso de la Transición, el 15 de junio de 1977 alcanzamos las tan añoradas y ansiadas elecciones democráticas.
Antes de la dictadura, para la consecución del sufragio universal masculino (Ley electoral de Sagasta en 1890) y el sufragio femenino (Segunda República en 1933) fueron muchos los que lucharon y dejaron su voz y su sangre en las calles de aquella época. Parece que una vez asumido nuestro derecho al voto, lo despreciamos. Y ese desprecio es a todo el esfuerzo de aquellos que lo consiguieron por nosotros.

Otra cuestión, el desconocimiento de nuestra ley electoral, la Ley D’Hondt, causa muchas veces que los ciudadanos decidan no ir a votar porque «solo se beneficia al partido del actual gobierno«, «votar en blanco no sirve de nada«, «no ir a votar y votar en blanco es lo mismo«. No es así. Bien es cierto que nuestra ley electoral beneficia a los partidos más grandes porque son los que mayor representación tienen, pero deberíamos hacer algunas aclaraciones:
- El número de diputados que se asigna a cada circunscripción es proporcional al número de habitantes. En las generales hay 350 diputados para 52 circunscripciones (número de provincias), con un mínimo de 2 diputados por provincia (excepto Ceuta y Melilla que tienen 1). Esto desmiente que «unos votos valgan más que otros», simplemente es proporcional. Pero, provoca que salgan más beneficiados aquellos partidos que tienen sus apoyos concentrados en x provincias a los que los tienen repartidos en muchas.
- El voto nulo es aquel en el que la papeleta o el sobre que se introduce en la urna difiere del oficial. Estos votos no cuentan en el reparto de escaños, por tanto, ni perjudica ni beneficia a nadie.
- El voto en blanco, el sobre vacío, se suma a los votos obtenidos por las diferentes candidaturas para hacer el reparto de escaños. La proporcionalidad de la Ley D’Hondt provoca que al incluir los votos en blanco, una candidatura necesite más votos para lograr un escaño (se requiere un 3% de los votos válidos para que una candidatura no sea excluida).
- La abstención, el hecho de no ir a votar no suma, por tanto, deja al criterio del resto la elección de los candidatos a diputados.
Tras los comicios, seguro que muchos de los que no han votado se quejan de las candidaturas que han ganado y de las nuevas medidas que dicen que impulsarán. Todas las propuestas que lleve a cabo el próximo Gobierno afectarán en mayor o menor medida a toda la ciudadanía, por tanto, es inteligente y responsable que se acuda a las urnas para evitar, dentro de lo posible, que se actúe disconforme a nuestros intereses.

Además, si el barómetro del CIS no se equivoca, VOX logrará representación en el Parlamento, supondrá el avance de la extrema derecha en nuestro país y un gran retroceso en política económica y social. Aquellos que difieran de las propuestas incoherentes y anacrónicas de la formación verde, deberían manifestarlo el 28 de abril.
La democracia presenta errores, sí. Pero, consiste en aceptar lo que decida la mayoría; para formar parte de esa mayoría y no ser un ente pasivo, es necesario depositar nuestra voluntad en esas urnas que tanto costó alcanzar.
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