LA BONDAD QUE FUIMOS
Después de más de un año de pandemia seguimos viviendo la violencia de un virus que muta junto a la violencia de la débil política en algunos países. Supongo que hay gente que piensa que es más importante celebrar unas elecciones o solo hablar de cosas como el fútbol mientras la gente se muere en la calle hay algunos que no les vale solo con un virus también ven necesario callar a un país entero con balas igual que lo hicieron hace treinta años, callando la poca esperanza y bondad del país, silenciando a Héctor Abad Gómez. Supongo que es verdad que la vida en ese país vale muy poco, pero bueno… Ya somos el olvido que seremos…
Hoy 7 de mayo de 2021 se estrena en las salas de cines la nueva película de Fernando Trueba en la que se nos cuenta a través de la mirada inocente de un niño la historia del médico Héctor Abad Gómez, aquel hombre que fue el primero que se atrevió a hablar de salud pública en este país (Colombia). Esta película, irónicamente, está grabada antes de la pandemia pero no podía ser más actual.
Seguimos a este hombre encarnado por Javier Cámara a través de los años más importantes de su carrera. Un hombre preocupado tanto por su familia como por la vida de los niños que se están muriendo en Colombia. Un hombre que apoya la salud, velando por una calidad de vida buena para los demás, que se preocupa por la higiene y por la importancia de las vacunas que pueden salvar a un país entero. A su vez es un hombre que lucha por la libertad de expresión y pensamiento en medio de una Colombia con un pensamiento cerrado.
Basada en la novela escrita por el hijo de este médico (Héctor Abad Faciolince), vemos el paso de los días a través de la mirada inocente del niño, como si se tratase de un narrador testigo. Vemos el choque de esta inocencia con la inestabilidad de la sociedad pero su padre llena de esperanza esa triste vida y educa al niño para que sea fuerte y libre. La narración continuada de situaciones naturales como la vida misma hacen que nos metamos fácilmente en la historia. En la sencillez está la magia aunque detrás hubo un complejo método de creación. La historia está entrelazada con delicadeza y es tanta está que ninguna escena sobra ni falta.
Los diálogos no son buenos, son excelentes, nos llevan, nos mueven y nos hacen sentir sin abusar de ellos. Cada uno tiene su frase adecuada para cada momento, como dije antes, es la vida misma. Además, de vez en cuando cuenta con un punto cómico que remata las situaciones y entretienen de forma inteligente al espectador, por ejemplo la forma irónica de la que habla sobre la religión.
Aunque la historia nos presente un mundo desigual, cruel y doloroso hay algo siempre superior a eso en la película, el amor entre el padre y el hijo. Una relación que pasa por sus baches pero que es agradable y va evolucionando según va creciendo el niño y los problemas. Al verlo desde la mirada del niño, es una vista tierna acompañada de un joven actor colombiano que nos emociona y nos conmueve con su delicada brillantez y su ojos llenos de vida.
Pero no importa que el niño sea nuestros ojos y le veamos crecer como persona, el protagonista y el corazón de la película es el padre. Desde el inicio vemos un padre afectuoso, inteligente y sabio. Sin embargo, cómo definir a una persona tan brillante en todo sus aspectos a la que la acompaña la actuación, sobrada de halagos, de Javier Cámara que si se tuviera que definir de alguna manera, es una muestra de la bondad y la esperanza. Pero la sobriedad de la película no solo está en Cámara, el resto del elenco es sincero, divertido y empático, su amplitud de personajes no agobia si no que aumenta su carga emocional.
Antes dije que la narración era delicada y es que eso se refleja tanto en el guion como en la dirección. Sutil y fina con una asombrosa precisión en la composición de las secuencias, está bien pensada y está todo encajado en su sitio, es un puzle perfectamente montado. La cámara no está casi nunca quieta, pero te lleva poco a poco con esos ligeros movimientos suaves a través de la mirada del niño y es que tampoco se levanta más allá de la altura de sus ojos. Es una dirección cuidada y detallista en la que importa tanto lo que está delante como lo de detrás, por ejemplo el marco histórico en el que transcurre: los atentados que al principio están de fondo y luego pasan a primera línea.
Hay una maestría detrás de cada escena pero el final se come toda la película, cuando el espectador ya sabe lo que va a pasar pero se va alargando y la tensión va creciendo hasta el punto álgido donde la música junto a esas imágenes tan trágicas consiguen que tengas que apretar los dientes para no llorar.
Además, durante las partes de felicidad la película cuenta con una fotografía agradable, real y acogedora que hacen que disfrutes viendo las imágenes. Pero en las partes trágicas opta por el uso de una fotografía en blanco y negro de manera para resaltar lo desgarrador de la historia.
Por otra parte, a la película le acompaña una banda sonora tanto dinámica como desolante que nos hace empatizar con las situaciones que viven los personajes durante la película. Hace que la tristeza te abrume más en ese final tan trágico.
Hay veces que ves o lees algo y no sabes por qué te ha gustado y dices: tiene algo que me ha encantado pero no sé qué es. Con esta película te pasará eso.
Personalmente no veía una dirección de este calibre acompañando a una historia tan potente como esperanzadora y trágica hace mucho, enhorabuena a Fernando y David Trueba. No hay que dejar mencionar su elenco que la hace brillar con sus actuaciones tan emotivas. Creo que verla en el cine es la mejor opción para poder apreciar los detalles y su delicadeza. Es perfectamente disfrutable y, además, estoy seguro que los diálogos les harán recordar al presente… Nadie debería dejar de ver a una persona tan buena.
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