CONFINAMIENTO: cinco películas (y sus libros) para combatirlo.

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Confinamiento, jornada 47, diario de abordo: de un modo inexplicable, el género humano no deja de sorprender por la incongruencia de sus razonamientos y por su incapacidad de callar y no manifestar opiniones de un modo axiomático; opiniones que, por otra parte, nadie le ha pedido. Si bien el fin de semana del siete de marzo, mucha gente se quedó en casa haciendo un maratón de películas y/o series aprovechando la infinita oferta del PANDEMONIO SERIAL, el fin de semana siguiente esa misma gente era incapaz de quedarse en casa. Si bien el fin de semana del siete de marzo se opinaba que la población reclusa vive una vida placentera y plena en los centros penitenciarios, el fin de semana siguiente, la vivienda habitual de esa gente es una cárcel, a pesar de que sus dimensiones son entre seis y diez veces mayores a una celda normal. ¡Ah, el confinamiento!

Y como un niño enfurruñado, la gente opina, apostilla y hace público y notorio que se aburren en casa, que es una cárcel. Así que, va por ustedes, cinco películas carcelarias, cinco películas de confinamiento. Y, como las películas tienen una duración limitada y si nos ponemos en plan maratón, las podemos acabar en un par de días, las películas carcelarias que os ofrecemos son adaptaciones de libros, por lo que os remitimos a buscar la obra literaria. Leer os dará muchísima más profundidad a la historia, motivaciones y el perfil psicológico de los personajes, y, coño, ¡porque leer es sexy!

Leer en confinamiento
Sí, niños y niñas, leer es sexy.

CADENA PERPETUA: el espíritu Vs. el confinamiento.

Andrew “Andy” Dufresne era vicepresidente de un banco en Maine. Hombre de carácter tranquilo y rostro afable, uno nunca pensaría que fuese capaz de asesinar a su mujer y al amante de esta. Pero, bueno, ¡nunca se sabe cómo reaccionaría uno ante esa situación! La realidad es que la noche de autos, el bueno de Andy había bebido mucho para intentar adquirir algo de valor y enfrentarse a su mujer y a su amante. Bien es cierto, también, que Andy no recuerda nada de esa noche, que es un borrón en su memoria, pero tanto su mujer como el otro han sido abatidos a tiros como si fuesen perros sarnosos. A pesar de que Dufresne jura su inocencia, las pruebas indican otra cosa, por lo que el juez de turno lo condena a dos cadenas perpetuas consecutivas en la prisión de Shawshank. Básicamente, ese sería el inicio, pero…

 Entrar en la cárcel no fue el principal problema de Andy Dufresne. Pronto se dio cuenta del brutal régimen disciplinario de los guardias dirigidos por el jefe Byron Hadley (Clancy Brown); de lo que era ser perseguido por “Las Hermanas” y, por supuesto, la “institucionalización”. “Cadena perpetua” es un drama carcelario sabiamente dirigido por Frank Darabont que cuenta con dos magistrales interpretaciones de Tim Robbins (Andy Dufresne) y el sobrio Morgan Freeman (como el amigo de Dufresne, Ellis Boyd Redding). Dos horas y pico que se te pasan volando, descubriendo cómo la amistad entre los dos presos se va asentando con el paso de los años, como aprendieron a contar el paso del tiempo por los posters de actrices que Andy colgaba en su cuarto, así como por el número de bujardas (un pequeño martillo para labrar gemas) que consumía el antiguo banquero.

Confinamiento
El jefe Byron Hadley, todo amor.

Pero esta película, una de las mejor valoradas en los últimos años, no habría sido posible si no hubiera contado con el ingenio creativo de quién menos de te lo esperas, Stephen King. A fecha de hoy, el escritor cuenta como anécdota que le resulta muy difícil convencer a según qué fans de que “Rita Hayworth y la redención de Shawshank” es una novela corta suya incluida dentro de la colección llamada “Las Cuatro Estaciones”, publicada en 1982. A partir de esta obra, al maestro del terror se le empezó a conocer también como autor dramático. De hecho, de esa colección, se adaptaron también otras dos noveles: “Alumno aventajado” (Verano de corrupción, dirigida por Bryan Singer, 1998) y “El cuerpo” (Cuenta conmigo, dirigida por Rob Reiner, 1986). Como hemos dicho, puedes leerte la primera obra, o ya que estamos, ¿por qué no las otras?

LA FUGA DE ALCATRAZ: la inteligencia Vs. el confinamiento.

Frank Morris (Clint Eastwood) debía de ser un tipo bastante peliagudo, no en el hecho de que fuese jodido enfrentarse a él con las manos descubiertas, sino por su alto coeficiente intelectual. Cuando es trasladado a la prisión más segura del mundo, después de haberse escapado de otras prisiones, el alcaide (Patrick McGoohan) le deja una cosa bien clara: nunca, nadie, se ha podido fugar de la prisión de Alcatraz y las cosas van a seguir siendo así. Luego, una vez que se queda a solas, un escalofrío le recorre la espalda y la duda se asienta en el rictus de su cara. Comienza así otra de las grandes del género, dirigida en 1979 por Don Siegel. Y en la cárcel más famosa del mundo: en 1934, Al “Scarface” Capone fue trasladado allí condenado por un delito de evasión de impuestos (y ya puestos, os podeis ver “Los intocables de Eliott Ness”, Brian de Palma, 1987). Allí también fueron el general Francis Hummel (Ed Harris), Stanley Goodspeed (Nicholas Cage) y el ex-SAS John Mason (Sean Connery); ¡bueno, ya sabeis, “La Roca”!

Sí hubo un Frank Morris real. Nacido el uno de septiembre de 1926 e ingresó en la prisión de Alcatraz el 18 de enero de 1960, con número de prisionero 1441. Es muy probable que Morris comenzase a maquinar su fuga nada más entrar en La Roca, hecho que se produjo en la noche del 11 de junio de 1962. Una de las grandes incognitas es qué ocurrió con Morris y sus colegas. A falta de más pruebas y al no encontrarse los cuerpos, las autoridades concluyeron que murieron ahogados, debido a las fuertes corrientes de la Bahía de San Francisco. Si quereis, podeis buscar el libro: “Escape from Alcatraz” de J. Campbell Bruce.

Como podeis observar, las celdas no son especialmente amplias e íntimas para pasar un confinamiento.

LA MILLA VERDE: ¿Coffey culpable?

Imaginaos lo que debió sentir Paul Edgecomb (Tom Hanks) cuando vio entrar al nuevo recluso en el Bloque E de la prisión de Cold Mountain, Louisiana. Para que nos entendamos el Bloque E era el bloque de reclusión de los condenados a muerte y la llamaban así porque aquel largo pasillo hasta la silla eléctrica (la Freidora) era de un sucio color lima deslucido. Pues a aquel bloque trajeron a John Coffey (Michael Clarke Duncan): un negro como una montaña, con gruesos brazos musculosos y cito textualmente: […] Daba la impresión de que en cualquier momento podía romper las cadenas con la misma facilidad con que cualquiera abriría los lazos de un regalo navideño, pero en cuanto uno lo miraba a los ojos, sabía que era incapaz de hacer algo semejante. […] Y es que en efecto, había algo en aquel reo, en su manera de asentir, en su manera de decir las cosas (“Me llamo John Coffey, suena parecido a café, pero no se escribe igual”), que hacía pensar en algún tipo de retraso.

Era 1932, eran los peores años posteriores al Crack del 29 y John Coffey estaba allí, en confinamiento en la Milla Verde, por el asesinato de dos gemelas… ¿o no? Lo que es indudable es que fue un nuevo éxito orquestado por un combo del que ya hemos hablado. Frank Darabont vuelve a dirigir esta película en 1999 y de nuevo, basada en un relato de Stephen King (The Green Mile, 1996). En este caso, el genio de Maine nos regala otro drama carcelario pero a través del realismo mágico y se marca un nuevo tanto a su ya dilatada leyenda realizando la publicación de dicha novela mediante seis entregas, como dos siglos antes hiciera Charles Dickens. Aparte dicha novela se llevó el premio Bram Stoker a la mejor novela de aquel año. Otro libro para que leáis. Otra peli para que disfrutéis.

CELDA 211.

Corría el año 1991 cuando se estableció, mediante Circular del 6 de Marzo de la Dirección General de Instituciones Penitenciarias, lo que se llamaba el Régimen F.I.E.S. (Fichero de Internos de Especial Seguimiento), impulsada por el entonces ministro de Interior José Luis Corcuera (sí, también el de la Ley de Seguridad Ciudadana, de 21 de Febrero de 1992, la conocida Ley Corcuera, o Ley de Patada en la Puerta). El Régimen F.I.E.S. eran una serie de medidas de mayor control y vigilancia a determinados miembros de la población reclusa, según el delito cometido, trayectoria penitenciaria o pertenencia a banda armada. Lo que nos vuelve a traer temas como confinamiento solitario, registros casi continuos, cambios de celdas, etc… Sin duda alguna, MALAMADRE era un FIES 1 CD (Control Directo): considerado especialmente conflictivo y peligroso, protagonista de alteraciones regimentales graves que han puesto en peligro la vida tanto de otros reclusos como de funcionarios.

CELDA 211 (2009) es otro drama penitenciario de los de aúpa. Sobria dirección de Daniel Monzón (que se llevó el Goya al mejor director y guion adaptado al año siguiente por esta película), una soberbia interpretación de Luis Tosar como MALAMADRE (demostrando una vez más que es uno de los mejores actores españoles), un Alberto Ammann que le da replica perfecta, un elenco de secundarios de lujo y una historia basada en el libro homónimo del periodista Francisco Pérez Gandul (el libro se ambienta en Sevilla 2, aunque para la adaptación cinematográfica se utilizó la prisión de Zamora). Otras dos horas de tensión que se acumula hasta la náusea.

LA GRAN EVASION.

La Gran Evasión (The Great Escape, John Sturges, 1963) puede que sea una de las mejores películas dónde se mezcla la acción y el drama bélico de una manera magistral. No, aquí no hay acción bélica directa (para eso teneis otro listado interminable) pero no os vais a quedar dormidos viéndola. Buena parte del mérito lo tiene el excelente reparto, plagado de grandes nombres como James Garner, Richard Attenborough, Charles Bronson o James Coburn. La película se basa en el libro del mismo título de Paul Brickhill. El autor, de origen australiano, fue entrenado como piloto de combate para la RAAF (Royal Australian Air Force) siendo derribado cuando sobrevolaba Túnez en 1943, por lo que se convirtió en prisionero de guerra dando con sus huesos en el campo de prisioneros Stalag Luft III, donde compartió experiencias con otros pilotos americanos y británicos. Y sí, se sabe que participó en la planificación de la fuga, aunque no en la construcción del túnel y en la fuga, debido a su claustrofobia.

Pues “La Gran Evasión” son otras casi tres horas de las que puedes disfrutar de las peripecias del grupo de prisioneros, de cómo trabajaban “el proveedor” o “el fabricante”, de cómo avanzaban Tom, Dick o Harry. Pero, como momento, como guinda del pastel, como tal es la escena de la persecución en moto del capitán de la USAAF Virgin Hilts, el “rey de la nevera” (esto es, confinamiento solitario), un Steve McQueen en estado de gracia (recordemos que era un gran aficionado a la velocidad, a las motos y a los coches y siempre que podía, pilotaba él mismo los vehículos. Años después, en 1968, vendría otro gran clásico suyo, “Bullit”).

Podríamos seguir hablando de confinamiento, de otras películas, de otros libros (Papillón, La leyenda del Indomable, Brubaker…) pero, antes de que nos demos cuenta, el estado de alarma habrá acabado.

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